Great Ernest Zacharevic invited me to take part on great Splash and Burn project, in Indonesia. Before starting with the main project, we´d spent some days interacting with local context. Learning many things about Orangutans and how we, as happy consumers, are devastating their ecosystem. For more info visit “orangutan information centre”
Hace unos días fui invitado a participar en un bonito proyecto para intervenir en la pared de un colegio en Castellon. 12 artistas, 12 colegios.
Las paredes de un colegio son paredes muy preciosas pues tras ellas se construye la esperanza de un mundo mejor. El futuro de nuestra sociedad depende completamente de la educación que hoy defendamos en nuestras aulas. Son palabras mayúsculas.
Es por esto que pintar un colegio es un reto mayor. ¿Que mundo futuro queremos construir? ¿Que educación queremos para nuestros hijos? ¿Como participar de esta construcción a través de la pintura?
Parto de que, en grandes lineas, existen dos modelos de Cultura. La que aleja al espectador de su realidad, véase contemplativa. La que acerca al espectador a su realidad, véase meditativa. La primera nos ayuda a entretenernos. La segunda nos ayuda a reflexionar. Así pues en el arte encontraremos una tendencia más decorativa que nos permite olvidarnos de nuestros problemas y otra más reflexiva que nos permite entender y afrontar nuestros problemas. Ninguna es mejor o peor. Cada una tiene su momento y su lugar de ser.
Es muy bonito pintar una pared decorativa en un colegio, pero más bonito aún es pintar una pared que participe en la educación de los niños de una manera activa.
Así pues, ante la invitación a pintar una pared en el colegio Bernat Artola de Castellon, mi planteamiento fue hacer una pintura inclusiva en la que los verdaderos protagonistas fueran ellos, los niños. Propuse entonces hacer un taller con algunos de los alumnos de último curso. El taller consistió en una versión moderna del teléfono roto, un juego en el que se parte de un mensaje concreto que va filtrándose y descomponiéndose conforme pasa de uno a otro de los jugadores. En este caso, los mensajes eran imágenes que previamente había seleccionado para los niños: un dinosaurio, el gato Felix, el elefante dumbo, bailarines, o incluso una mano saludando, entre otras muchas.
Cada alumno parte de una imagen y tiene que interpretarla en una hoja aparte. Después de unos minutos, se retiran las imágenes originales y los alumnos pasan sus dibujos al compañero que tienen a su derecha. Ahora tienen que interpretar el dibujo de su compañero. Esta secuencia se repite cinco o seis veces, de tal forma que las imágenes originales van cambiando filtradas por la imaginación y la creatividad de los niños.
Como reflejo de esta experiencia, me propuse continuar dos de las series de dibujos realizadas por los niños, dibujando el resultado en dos de las paredes del colegio. La elección de estos dibujos no fue aleatoria. Decidí escoger aquellas que pienso mejor se adecuaban formal y conceptualmente a las paredes disponibles. Una mano saludando al exterior. Un dinosaurio en el patio de juego.
El resultado no son paredes bonitas, contemplativas ni decorativas. Son más bien paredes experimentales, reflexivas y participativas. Son solo parte de un proceso en el que los protagonistas han sido ellos, los niños. Son solo parte de una apuesta por una educación no impositiva, en la que los niños tengan voz y puedan participar, aunque sea simbólicamente, de la construcción de su colegio y de su futuro.
Son muchas las voces que se han ofendido ante tal ejercicio. “Parece un dibujo inacabado, mal hecho, incomprensible y de mal gusto para representarse en la fachada de un colegio”. La imagen de la mano, a la que se hace referencia, no es la imagen de una mano. Es la espontaneidad y la inocencia de un niño; quizás también de varios niños; quizás también de un pintor de murales que entiende que ellos, los niños, tienen todo que enseñarnos.
La pared de la fachada principal del colegio Bernat Artola no es una pintura, es la voz de un niño que habla. Sus palabras no son eruditas, ni grandilocuentes, ni intelectuales y sin embargo contienen la esencia vital de aquello que todavía no llegó a corromperse. Dejemos que los niños hablen porque sus palabras esconden las verdades incómodas de todo lo que no queremos ver.
Dicho esto, es mi responsabilidad como artista tomar en consideración las consecuencias de mi trabajo. Ya antes había propuesto ejercicios similares en otras instituciones sin mayor controversia, por lo que nunca imaginé que esta intervención fuera a despertar polémica alguna. Aún si mi ejercicio parte de la mejor de las intenciones, entiendo que esto a veces no basta para lograr llegar a buen puerto. Al final lo mas importante es que los niños y profesores del colegio se puedan sentir orgullosos de su pared. Así pues, si estos deciden borrar o modificar la pintura propuesta, estoy feliz de cederles la retribución económica que debía percibir por mi trabajo para que encuentren una mejor solución con la que se identifiquen.
“En una plaza de Viena había un reloj en cuyo
cuadrante se podía leer: “oh, paseante, tú que te paras a mirarme, estás
perdiendo el tiempo”. Consultar la hora, sí, es perder la hora o perder
al menos el minuto que dura este contacto visual. Alguien podrá decir
con razón que la vida es sólo la espera de la muerte, pero ni el más
razonable de los hombres gastaría su vida entera en mirar el paso del
tiempo en su reloj de pulsera. La espera, digamos, está compuesta de
cosas que nos ocurren y de cosas que hacemos. Las que nos ocurren pueden
ser buenas o malas, placenteras o dolorosas: nos podemos enamorar en el
metro o recibir una visita inesperada; y podemos sufrir un accidente o
ser asaltados por un bandido en un callejón. Las que hacemos pueden ser
más o menos banales: pensar, construir una casa, acariciar un cuerpo,
freír un huevo. Y a veces -en fin- hacemos cosas tan hermosas que es
como si nos ocurrieran: un verso, un hijo, un dibujo, una canción. Lo
cierto es que llamamos “vida” -bueno y malo, decisivo y banal- a todo
aquello que, imprevisto o premeditado, suceso o acción, podemos contar
luego a otros humanos. “Llevo cincuenta años mirando el reloj” no es un
relato. Contar los segundos no es vida. La vida es otra cosa. La vida
hay que contarla.
En una calle de Valencia hay una pared en la que
alguien ha pintado una mano que ase un teléfono móvil en cuya pantalla
puede leerse: “oh, mortal, tú que me enciendes, no tienes nada que
contar”. A veces hay que perder un minuto en consultar el reloj y a
veces hay que perder un minuto en llamar por teléfono. Pero el que está
todo el tiempo en el tiempo se sale de la vida; el que está todo el
tiempo en el móvil se sale de su cuerpo. En el tiempo y sin cuerpo, el
móvil es hoy el reloj total de una sociedad que ve pasar imágenes,
mensajes, mercancías -como segundos en un cronómetro digital- y en la
que, por tanto, cada vez nos ocurren y cada vez hacemos menos cosas. En
la que -en definitiva- cada vez podemos contar menos cosas a nuestros
amigos: porque estamos todo el tiempo, fuera del cuerpo,
intercambiándonos con ellos un whatsapp. Estamos todo el tiempo, fuera
del cuerpo, esperando el próximo mensaje o el próximo producto de la
marca Acme.
La mano y el móvil de Valencia, por cierto, los ha
pintado Scif, que ha dado vida y cuerpo a la pared convirtiéndola en un
relato. La leyenda dice en realidad: “la vida es otra cosa”. La vida es
también eso que nos ocurre -que hacemos- en las paredes.”
Santiago Alba Rico.-
Mural producido por Greenpeace y Daytonhunters dentro
de la campaña Neopolitan. Gracias a Barreira A+D, Sr.Marmota, Antonio y
aquellos que hicieron posible este mural. Tramontana magazine y Borja
Llorens por la foto panorámica,
Texto y foto extraidos de Tramontana magazine. Texto de Santiago Alba Rico. Foto de Borja Llorens.
Coltan is a mineral, found specially in eastern Congo, used to make
cells and computer chips. Violent rebel groups are exploiting coltan
mining to help finance a bloody civil war which is now in its 12th year.
The link between the bloodshed and coltan is causing alarm among high-tec manufacturers slowly they are beginning to realise that their products may contain the tainted fruits of civil war. Since the outbreak of fighting in august 1998: an estimated 5.4 million people have died; 45.000 continue to die each month; Children account for 47% of these deaths
Magic Piano is a music installation. With the help of a tablet (that obviously contains coltan) you will be able to play the piano. Use the device to navigate on the wall. When you pass on the screen over a charater, a sound will be activated. If you push the character with your finger a sound loop will be activated. You will also activate the animation of each character.
Enjoy composing your own music and see how coltan slaves dance with you!
Magic Piano installation had been conceived for Dream Box exhibition at MIMA museum, Brussels. In the show you will also found works from Felipe Pantone, Hello, Gogolplex and Elzo Durt.
Project directed by Escif, App by Felix Artagaveytia, Músic and
performans by Manu Louis, Photography by David Lewis, Introduction
texts by Keely Peden.
So many thanks to everyone involved on this project: Alice, Raph, Anouk, etc