Con motivo del 40 aniversario del centro de Autismo de la Garriga, fui invitado por Kognitif a proponer una intervención mural en esta localidad. Pude pasar unos días conociendo el centro y desarrollando algunas prácticas con los pacientes allí internos. Fué una experiencia intensa, maravillosa y reveladora de la que salieron grandes preguntas.
El autismo, es un marco de aproximación bajo el que se agrupan sintomatologias diferentes, en diferentes grados y medidas. Se trata de una enfermedad aún muy desconocida en la que confluyen desequilibrios como la paranoia, el trastorno bipolar, las fobias, el delirio cognitivo, etc. Sintomas que, de hecho, podemos encontrar no solo en los enfermos, sino en todos y cada uno de nosotros. Entonces, siendo que todos sufrimos, en mayor o menor medida, estos desequilibrios, ¿Cuando se puede hablar de enfermedad?
La enfermedad puede diagnosticarse a partir del momento en el que los síntomas dominan al individuo, superando el limite de lo temporal o esporádico. Aunque todos, en un momento dado, podemos sufrir desajustes de este tipo, no es lo mismo estar jodido que deprimido.
Es muy dificil establecer donde se encuentra el limite entre la enfermedad y la no enfermedad. De hecho podríamos determinar perfectamente que ese limite no existe y valorar la intensidad de un estado en relación a otro estado previo o diferente. Asi alguien puede estar más o menos paranoico, más o menos obsesivo, más o menos depresivo. Un analisis bajo estos valores permitiría establecer que una patología de este tipo no sea determinante, vinculante, ni segregativa. Todos podemos sufrir un desequilibrio determinado con mayor o menor intensidad, de mayor o menor durabilidad. Todos podemos ser raros, locos, enfermos, regaderas o extraños. En mayor o menor medida, todos somos autistas. Todos somos personas. Todos somos todos. Todos…nosotros y ellos.